
La mentalidad tradicional de las empresas necesita evolucionar para adaptarse a las necesidades de la sociedad actual, en la que jerarquías, funciones, puestos, reglas de trabajo y criterios de desempeño han cambiado.
En Novartis, para transformar esta mentalidad usamos la metodología Agile: trabajamos en pequeños equipos auto-organizados, en ciclos cortos, con el objetivo de ofrecer a los pacientes cada vez más valor. En otras palabras: operamos como una red interactiva de equipos individuales.
"Agile es una actitud, no una técnica.
Una actitud no tiene límites, así que no debemos preguntarnos cómo podemos usar Agile, sino cómo podemos actuar de forma ágil o cómo de ágiles podemos ser"Alistair Cockburn – coautor del Manifiesto
¿En qué consiste todo esto?
Con este modelo adaptamos la forma de trabajar a las condiciones y circunstancias específicas de cada proyecto, con flexibilidad e inmediatez.
Formamos equipos con funciones diversas, que quedan por encima de jerarquías, y tratan de validar hipótesis empíricamente (no a través de creencias o suposiciones). Buscamos siempre adaptarnos a los cambios que se vayan produciendo en torno al proyecto, en vez de seguir un plan estricto.
Y lo más importante: ponemos a los pacientes en el centro de nuestras decisiones.
¿Cómo trabaja cada equipo?
A través de la metología SCRUM: establecemos proyectos, de entre 2 y 4 semanas, con el objetivo de aportar valor a un producto o sistema. Dentro de cada equipo, contamos con tres tipos de roles: Product Owner, Scrum Team y Scrum Master, que definen los objetivos del mismo.
Realizamos reuniones breves diarias para que el equipo esté alineado y en constante comunicación. Nos permiten identificar barreras, impedimentos; tomar decisiones rápidas y acabar con la necesidad de convocar otras reuniones. Durante el proyecto, revisamos y redefinimos nuestras funciones a partir de nuevas informaciones o necesidades.
Al final, llevamos a cabo un análisis del valor que ha aportado el equipo y se recoge feedback sobre la rutina de trabajo para introducir posibles mejoras.
Convertirnos en un equipo ágil requiere un proceso de aprendizaje, de ensayo y error, pero lo más importante es estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos. Solo así se pueden reimaginar las neurociencias.